Gracias a los odios políticos, el Estado peruano ha caído en el más clamoroso de todos los ridículos, para aquellos ignorantes que han ganado la contienda electoral no es difícil ahora –antes de ello tampoco lo fue – expresar despropósitos, la investidura que representa el Presidente de la Republica(incluso cesado de su cargo) reviste el respeto que la Constitución Política señala: “el jefe de Estado y de Gobierno de la República del Perú. Personifica a la Nación Peruana”, es el jefe del poder ejecutivo y jefe supremo de las Fuerzas Armadas y Policiales del Perú. Así mismo, el cargo corresponde a la más alta magistratura del país y al funcionario público de mayor jerarquía.
En virtud del rango, el ex presidente Alberto Fujimori, puede ser reo, mas no vulnera eso sus derechos y eso lo sabe hasta un tinterillo de pueblo.
No es normal (o es de subnormales quizá) que voces de los que hoy señalan infringir la mas ignominiosa humillación sobre Alberto Fujimori (ex presidente del Perú) en un momento dado hayan hecho pedidos para un trato justo de delincuentes terroristas de la talla de Abimael Guzmán, Víctor Polay, Lori Berenson, Osman Morote, e incluso el hoy congresista Yehude Simon (confeso colaborador terrorista e indultado por Valentín Paniagua), cabe resaltar que los derechos que le asisten por ese rango están en el marco de la Constitución y no por iniciativa de la justicia.
El líder terrorista Abimael Guzmán desde los calabozos de la base naval debe estar celebrando por partida doble, su más acérrimo hincha hoy se encuentra en palacio (es su Robin Hood), y quien logró derrotarlo se encuentra en una celda; en un giro irónico del destino la justicia que se dice es ciega en el momento de juzgar, ha abierto los ojos esbozando una sonrisa sardónica al encontrar el mismo peso entre juez y criminal.
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